jueves, 21 de junio de 2012

Nadie engaña a la Autoridad en True Blood.


Tal como era de esperar el segundo episodio de True Blood logró retomar el drama (y el desorden) que nos dejó la cuarta temporada para retomar la historia y apuntarla hacia una nueva dirección. Sin duda, lo más importante de este capítulo fue ver cómo la trama de Eric y Bill se va consolidando de a poco en su intento por destruir a Russell Edgington. Por supuesto, no sin antes conocer a la Autoridad.

Además, Sookie (Anna Paquin) y Lafayette (Nelsan Ellis) se enfrentan a una Tara recién transformada, y todo parece indicar que restablecer la amistad no va a ser tarea nada fácil entre estos tres.

No es fácil volver a empezar.

Tal donde quedó la semana anterior, vemos a Tara (Rutina Wesley) inmediatamente salida de la tumba, abalanzándose sobre Sookie, quien grita por su vida y pide a Pam que haga algo. Mientras Pam (Kristin Bauer van Straten) se regocija a sus anchas, y ordena a Tara que no ataque a ninguno de los dos y la encierra en casa de Sookie.

El salvaje y despiadado comportamiento de Tara, lleva a Sookie a una tienda de suministros anti-vampíricos, y a Lafayette a debatirse entre terminar con la “nueva” vida de su prima. Cuando pensábamos que Tara se había transformado en una completa salvaje y que ya nunca volvería a ser la misma de antes, el final nos demuestra todo lo contrario cuando ella se dirige a Sookie diciéndole que jamás le perdonará lo que le hizo, y se marcha.

Esta vez se volvió a mostrar un poco más del pasado de Pam, cuando era encargada de un burdel en la ciudad de San Francisco, en 1905. Pam se siente triste ya que Eric (Alexander Skarsgård) no la ha llamado. Desde luego ella desconoce la causa por la cual su creador no ha dado señales de vida, pero estoy segura que Eric jamás pondría en riesgo la vida de Pam.

Y hablando de la rubia, si alguna vez se nos cruzó por la cabeza cuan descuidado fue Bill como creador, Pam lo sobrepasa al dejar a Tara a la deriva total causando estragos en la casa de Sookie, y quién sabe a dónde ahora que ha escapado.

Mientras tanto en Bon Temps, Terry (Todd Lowe) continúa siendo atormentado por su pasado, esta vez más afectado, lo cual lleva a Arlene a preocuparse aún más y a acudir por ayuda a Patrick (Scott Foley). Parece que las cosas no se van a poner mejor en esta parte de la historia, y los resultados no van a ser los esperados.

Por otro lado, Sam (Sam Trammell) y Luna no están atravesando su mejor momento juntos. Una discusión sobre el futuro de Emma lleva a Luna a sacar su instinto maternal protector advirtiéndole a Sam que nadie se va a meter en el futuro de su hija. Quien por cierto dio una no muy agradable sorpresa a su madre hacia el final del episodio.

Steve Newlin sigue dando vueltas por el pueblo, y esta vez le fue a hacer una pacífica visita a Jessica (Deborah Ann Woll). Una propuesta un poco indecente lleva a estos dos vampiros a tirarse de los pelos y a no terminar en buenas condiciones. La oferta de dinero hecha por Steve a cambio de Jason (Ryan Kwanten), en verdad molestó a Jessica.
 
La Autoridad siempre gana.

El momento más importante de la noche vino de la mano de Eric, Bill y Nora siendo capturados y acusados de traición y conspiración contra la Autoridad Vampírica. Aquí es donde se nos introduce al Guardián (Chris Meloni), y al singular grupo de vampiros que conforman el Consejo. Además, conocemos un poco el trasfondo del movimiento y religión vampírica que no dista mucho de parecer una secta para fanáticos.

Pero a la hora de obtener respuestas, los miembros del consejo se mostraron un tanto patéticos utilizando métodos de interrogación casi para principiantes. Personalmente creo que las escenas quedaron un poco ridículas, especialmente si tenemos en cuenta que se llevaron a cabo por vampiros milenarios.

La amenaza de “muerte verdadera” que ambos recibieron produjo poca exaltación ya que todos sabemos que las probabilidades de morir de estos dos personajes son casi nulas, o al menos, no va a suceder ahora, o en algún futuro cercano. Sobre todo porque ahora, tanto Bill como Eric, se las han ingeniado para salirse con la suya, suministrando la noticia de que Russell Edgington (Denis O'Hare) no está muerto después de todo.

Así, Bill (Stephen Moyer) se ofrece a sí mismo y a Eric de carnada para ocupase de Edgignton, para asegurarse que Sookie y su secreto están a salvo. Aunque ambos lograron una buena negociación (o una especie de alianza), no les va a resultar tan fácil deshacerse de la Autoridad.

Fue un capítulo entretenido, con un buen manejo de la historia de Tara (a pesar de que pasó la primera noche de su existencia golpeándose contra las paredes y rompiendo la casa de Sookie). Algunos momentos que ocupan las subtramas fueron un tanto aburridos, pero tuvo un final muy bueno. Esperemos que por el resto de la temporada True Blood siga por este buen camino que ha optado en seguir.


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